domingo, 5 de septiembre de 2010

Ella

Ella viste de negro. El estilo es romántico, con un aire lolita. La falda con mucho vuelo pero no pomposa, la camiseta de mangas farol y escote cuadrado, las medias con rosas y los zapatos con un poco de tacón, de esos que resuenan al pisar el empedrado.

En la mano derecha lleva un cuaderno, en la izquierda un reloj de cadena. Parece el conejo de Alicia. En la oreja un lápiz, en el suelo el sombrero, que le viene grande. La brisa mece sus rizos, acaricia sus mejillas y besa sus labios. Le cuenta promesas de otro mundo.

A lo lejos se oye un maullido. Ella gira la cabeza hacia el sonido y la luz de la tarde brilla en el agua que cruza su mejilla. Está sola en un mundo que nunca volverá a ser el suyo.


Así es como la surgió la Ciudad Antigua. Tan solo ella, en medio de las ruinas de un mundo que se destruye a si mismo. Comenzó como una metáfora.

Nunca llegó a terminar...

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